Comentario
Hemos de dejar sentado que con el término Alemania, aludimos no sólo a lo que es la nación actual, sino a los países que en el siglo XVI integraban el Imperio y las posesiones familiares de los Habsburgos en Europa central, concretamente hemos de considerar además del actual Estado germánico, Austria y lo fundamental de Checoslovaquia, entonces Bohemia con centro en Praga.
Resulta ya un tópico, pero no por ello menos cierto, insistir en las fuertes pervivencias del gótico en Alemania por lo que a la arquitectura y, sobre todo, a la escultura se refiere. Este hecho, así como otras cuestiones refractarias al clasicismo emanado del Renacimiento italiano, hay que ponerlos, también, en relación con un creciente nacionalismo vinculado, por otro lado, a la Reforma luterana y su disociación de la Iglesia romana.
Las dos últimas cuestiones señaladas, nacionalismo y divorcio incluso cultural de Italia, así como la proliferación de los radicalismos en el seno de ambos, en general, se ven potenciados e instrumentalizados por los príncipes germánicos afines a esos ideales, de una parte, por la desaparición en 1519 de Maximiliano I, cuyo prestigio y el de su entorno había supuesto, de todos modos, el mantenimiento de una cierta vinculación con la cultura humanística italiana, y, de otra parte, por lo difuso y alejado que para Alemania fue la figura de Carlos V, cuya lucha contra el Protestantismo y sus consecuencias, determinó una situación de guerra civil casi constante.
El desarrollo de la arquitectura en Alemania durante el siglo XVI es un fenómeno bastante más disperso y sin la coherencia del caso francés. Los apartados en que seguidamente centraremos nuestras reflexiones nos darán idea de ello, y, aunque seguramente incompletos, pondrán en evidencia, entre otras cosas, un interés por la decoración arquitectónica, en general muy superior al mostrado por cuestiones constructivas o tipológicas. Al contrario que en Francia, donde es, sobre todo, la racionalidad del sistema clásico lo que termina por interesar, aquí preocuparán más los contenidos y el simbolismo respecto a dicho sistema, salvo quizá el caso de Augsburgo.